OPINIÓNPOLÍTICA

La 35 desilusionada: PAÍS se encuetra inestable

Por: Dr. José Elías Rodríguez

          Fundación del Migrante

A 100 días de la Presidencia del Licenciado Lenin Moreno (2017-2021), se constata que el clima político y social incluso el ánimo colectivo son bien distintos de lo que esperaban los actores de Izquierda y Derecha, de afines y de opositores, pero mas que nada del partido Alianza País que patrocino e impulso su candidatura.

Justo en la última campaña presidencial se llegaba al máximo la movilización en torno a la propuesta de mantener la lucha ganada de la revolución ciudadana,  política partidista que presagiaba un esperanzador futuro continuista. Unas pocas semanas después, las estimaciones de voto para la izquierda continuista alcanzaron su cometido pero con un muy apretado y discutido triunfo electoral.

Sin embargo ahora cunde la desmovilización, la desorientación y el desánimo. Ciertamente en este lapso de tiempo es como si la historia se hubiera acelerado. Hagamos memoria de algunos acontecimientos: la rápida apertura con los grupos que manejaron el país previa la llamada revolución ciudadana y la ambigüedad ideológica paralela a su conversión, exagerada ascensión del carisma del Presidente de la República. La eclosión de unos modelos de liderazgo más inclusivos, pro-positivos, integradores.

Pero cuando la realidad toma partido e impone su criterio en detrimento de ilusiones y promesas, la decepción del electorado puede ser muy violenta. En tiempos antiguos, las promesas no respetadas llevaban el linchamiento del jefe. Si al llegar la crisis y la desilusión, el vínculo social y la solidaridad del grupo se habían deteriorado demasiado, con el linchamiento ritual del jefe la solidaridad se volvía a recuperar.

En muchas sociedades tribales estaba previsto que el rey reinará durante un período predeterminado, después del cual era asesinado ritualmente. En nuestra política se quiere utilizar como linchamiento mediático del primer mandatario la muerte cruzada, el asesinato político del presidente de la república, reconociéndose que el líder político siempre ha sido una profesión de alto riesgo, ya que implica prometer, y la realidad, tarde o temprano, se encarga de hacer imposibles esas promesas, provocando la reacción de los que ha decepcionado.

Sin embargo, la psicología nos sugiere que aquel que realmente promete no es tanto el político elegido, sino el propio elector, deseoso de encontrar en la política la compensación a sus insatisfacciones. El propio votante se hace a sí mismo una promesa que no es capaz de mantener. Somos nosotros, con nuestras acciones, los que creamos el escenario donde actuarán los actores más adecuados; por lo tanto, nuestro mejor “jefe” no será otra cosa que el mejor producto de nuestro comportamiento colectivo.

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